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Jorge Alberto Gudiño Hernández

28/11/2015 - 12:01 am

Órale cuate

El rumor de que terminará el programa “En familia” tras casi cincuenta años de estar al aire, ha dado pie a muchas discusiones. Para escribir este texto, asumo que el rumor es cierto y que, en efecto, las transmisiones se suspenderán antes de que termine 2015.          Como casi todos los niños, los domingos veía […]

Foto: Cuartoscuro
Foto: Cuartoscuro

El rumor de que terminará el programa “En familia” tras casi cincuenta años de estar al aire, ha dado pie a muchas discusiones. Para escribir este texto, asumo que el rumor es cierto y que, en efecto, las transmisiones se suspenderán antes de que termine 2015.

         Como casi todos los niños, los domingos veía a Chabelo. Tal vez porque el horario del programa permitía tener entretenidos a los infantes mientras los padres de familia luchaban por ganarse unos minutos más de sueño. Si intento recordar lo que pasaba, las imágenes se me confunden. Básicamente porque en “En familia” no pasaba gran cosa. No existía una línea narrativa. Es lo normal, siendo un programa de concursos. No hay razón para que cuente cosas. Y los concursos tampoco son muy originales. Tal vez lo fueron cuando inició, hace casi cinco décadas. Sin embargo, la repetición de los mismos, junto a comentarios similares y a comportamientos constantes, hacen que no genere ninguna emoción en mis recuerdos.

         Sé que vi el programa pero no puedo definir durante cuánto tiempo. ¿Fueron meses, años, décadas? No lo sé y me da la impresión de que da igual. Ver uno es verlos todos. Si acaso, deben haber cambiado algo las escenografías, las modelos que asistían a Chabelo, su propio vestuario. Incluso una silla con ruedas (que no de ruedas) desde la que, supongo, conduce la transmisión. Esa imagen la he visto repitiéndose en las redes sociales. Asumo que el señor se ha cansado. Y no es para menos: la edad hace que no todo sea tan sencillo como antes.

         De nuevo, durante mi infancia vi a Chabelo en la tele. Como casi todos los niños de un montón de generaciones. He procurado, en cambio, que mis hijos no lo vean. No lo hago a partir de un discurso moralizante en contra de la televisión. No, confieso que ese aparatejo también ayuda a ganar minutos de sueño los domingos por la mañana. Prefiero que no lo vean porque no se me ocurre nada que les pueda aportar. Tampoco pienso que los dañe. Es un programa inocuo, sin más consecuencias que la aburrición. Así que en casa nos ocupamos de procurarles contenidos que nos parecen más interesantes.

La televisión para niños ha evolucionado mucho en estas décadas. También ha crecido la oferta. Me parece que la razón principal por la que vi, durante las mañanas de algunos domingos, a Chabelo en la tele es porque no había nada más que ver. Y así debió ser con millones de niños. Ahora ya hay más opciones. Muchas más. Algunas verdaderamente buenas.

No me sumo entonces a las voces que están en contra de que se termine el programa. La verdad es que me da igual. El argumento de la tradición es pobre. Ésta también puede ser entendida como un vicio que se ha perpetuado. Tampoco estoy en contra de esas voces: cada quien es libre de extrañar lo que quiera. Es más: ni siquiera veré la última transmisión. De seguro se saturarán las redes sociales con ese video. Tal vez entonces lo consuma.

Eso sí, si para alguien el final de “En familia” le significa un duelo, desde aquí mis condolencias.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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